martes, 17 de enero de 2017

Algunos apuntes sobre "Genius"



Hace unos meses atrás, como es costumbre en mi peruanidad, sufrí esa extraña dualidad de alegría y tristeza a la vez. Se anunciaba en algunos fan page el estreno de un filme sobre la vida y obra de Maxwell Perkins, el editor leyenda de Estados Unidos durante las primeras décadas del siglo 20. Sobre todo la relación que éste mantuvo con uno de los escritores fundamentales de la novelistica estadounidense: James Wolfe.  Y digo tristeza porque es bien sabido para los peruanos que este tipo de películas solo se exhiben en algunas salas del lado más cool de Lima y tan solo por una semana y como es fácil de suponer muchos nos quedamos con las ganas, mientras en tropel la masa atiborraba las salas para ver la última pendejada de Tondero: "Siete semillas". Felizmente gracias a Netflix tuve la oportunidad de verla este 31 de enero en medio de estruendos e insensatos deseos.

El filme dirigido por  el director teatral ganador del "Tony", Michael Grandage, presume de algunos méritos que a mi humilde entender lo ubica en un posible top ten de mejores películas que homenajean la literatura. Poco se ha filmado sobre el trajín y el fundamental trabajo de las editoriales durante la Vanguardia y posterior a ella. Sería alucinante poder ver en el futuro, un filme dedicado al oficio e importancia por ejemplo de Carmen Bacell durante El Boom Latinoamericano y su relación con Gabo o Vargas Llosa. Please, déjenme soñar.

Es entonces en "Genius" o "Pasión por las letras" nombre del filme por estos lares, donde se puede observar ese trabajo de orfebre, de manicurista, de catador o si se quiere de curador de arte que es el oficio del editor. Max Perkins, un ex reportero del New York Times, en el filme ya dirige "Charles Scribners'sons" casa editorial que pasaría a la historia por ser quienes a la cabeza de Perkins, mostrarían al mundo genios de la talla de Francis Scott Fitzgerald o Hemingway. El filme hace gala de una astucia casi documentalista al mostrar justamente a estos dos autores en sus mitos más apremiantes, por un lado Fitzgerald y su tormentosa relación con Zelda, su esposa. Mientras que Hemingway con ese halo de sabiduría, prominente, soberbio, aventurero y seductor, con un guiño precioso al "Viejo y el mar". Adjunto este bello registro fotográfico.

Resultado de imagen para perkins y hemingway

Pero sobre todo, el filme se centra en la relación que surgió entre Perkins y Wolfe, un autor valgan verdades poco explorado en nuestro país, pero que según el mismo Faulkner era el más admirable de sus contemporáneos "no por lo que ha conseguido, sino porque fue el que se atrevió a llegar más lejos"

Hubiera sido un artilugio fácil para el director realizar una biografía más amplia sobre Perkins, mostrando su labor en el sentido más amplio con otros autores, pero es justamente que al poner en escena solo la relación con Wolfe es que el homenaje a su labor y la literatura queda holgadamente justificados, ya que es Wolfe quien va a demandar mayor sacrificio y "pasión por las letras". El filme nos muestra a un Thomas Wolfe inmenso en sus formas, desbordado en sus imprecaciones con respecto al oficio de escribir, prolífico, tormentoso, con una furia creadora envidiable, un huracán, imposible pensar en ser publicado por algunas casas editorial por el desborde creador que posee (5000 mil páginas en una sola novela), un estilo preciosista en sus narraciones, un afán barroco por extender sus descripciones, cincuenta páginas dedicadas a un personaje intrascendente, "pero es que me parece simpático" se justifica.  En cristiano: un diamante en bruto. Es allí dónde radica el genio de Perkins, en encontrar, valga la redundancia la genialidad de un joven escritor, ya lo había conseguido con el autor de "Preciosos y malditos". Con Wolfe establece una rutina de trabajo extenuante, inclusive le ofrece un lugar en su propia casa. Por momentos Wolfe parece sentirse mutilado, agobiado y meditabundo con respecto a la influencia de Perkins "Qué bueno que Tolstoi no lo haya conocido", le increpa, pero al publicarse su primer libro El Ángel que nos mira (1929), y convertirse en un éxito de ventas, reconoce en Perkins al guía que siempre necesitó. 

Es interesante como en esta relación parece desarrollarse los conflictos universales de padre-hijo. Wolfe adolece de esa ausencia, el recuerdo que tiene de su padre es como un gran río que lo atraviesa todo, por otro lado Perkins nunca pudo tener un hijo, lo intentó tanto que llegó a tener cinco hijas. 

La relación llega a su punto más álgido con un personaje, interpretado por Nicole Kidma, Aline Bernstein, conyugue de Wolfe durante esos años. Bernstein, encarna la figura, que para algunos escritores (artista), resulta ser castrante, posesiva y demandante. Una mujer que limita las pretensiones del artista, en algún punto pareciera tener justificación por las alocadas formas del novelista, sintiéndose Aline, una especie de cable a tierra del artista. Ella ve en Perkins un agente invasivo en su relación, siendo  este conflicto el punto más dramático del filme. El éxito es de esperarse, pero la genialidad viene muchas veces con altas dosis de locura, inestabilidad y un desapego a los nuestros, pero ni siquiera eso, hace prever al gran Wolfe lo que los años le deparan. 

Todo lo dicho, ya que mis motivaciones para escribir surgen siempre del entusiasmo que me provoca un buen libro o en este caso un filme, se justifica en la respetable interpretación de Maxwell Perkins por parte de Colin Firth, interpretación sobria, sin aspavientos, casi imperceptible en el sentido de la personalidad del legendario editor, que contrasta con la alocada y certera interpretación de Wolfe por parte de Jude Law, que consigue transmitirnos las desaforadas manías del novelista y sus intrincados modos para escribir. Por otro lado es pertinente mencionar que la historia es una adaptación a cargo de John Logan (GladiadorLa invención de Hugo Cabret), quién, adaptó el libro Max Perkins: Editor of Genius, de A. Scott Berg. 

Es cierto que por momentos el filme se vuelve monocromático, aletargado, casi hecho para un público que necesariamente consume literatura por las referencias en las que se sostiene. Pero también es justo reconocer que en eso radica su belleza, en ese homenaje al oficio de escribir, pero sobre todo a los vínculos que surgen de este oficio, los viajes necesarios para sostenerse cuerdos, las relaciones fulgurantes y destructivas, la amistad que en su franqueza y su dolor conducen la obra a la inmortalidad y sobre todo en la transformación de ese caudal irrefrenable de la imaginación en algo tan bello y concreto como un libro magistralmente editado para que nosotros, humildes lectores podamos disfrutar. El filme tiene un propósito más bello, importante, contundente casi como el propósito de haber escrito estas líneas: LEER A JAMES WOLFE.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Sobre "El ruido del trueno" de Ray Bradbury por Kevin Hualpa

El hombre desde el principio de su existencia ha tenido a su disposición una infinidad de recursos y posibilidades, los triunfos absolutos no existen y la relatividad constante prevalece, manifestaciones de incongruencias gigantescas y la idea de destino impacta a cualquiera, los viajes en el tiempo han sido siempre motivo de debate e interés masivo, pero también ha despertado polémica y pensamientos abstractos, cambios y paradojas.
Estas paradojas son con justa razón lo más temido de los viajes en el tiempo, pues sus consecuencias son infinitas y el tiempo circular, constante, nada predecible golpea los pensamientos más fuertes y crea una purga eterna, claro que esto es solo producto de la imaginación, predicciones y suposiciones humanas sumadas a un cuestionamiento filosófico por defecto que nacen de una idea de tiempo natural pero no necesariamente real, pues no conocemos la naturaleza auténtica de las cosas, sino que por el contrario necesitamos no saberla para estar motivados a descubrir nuevos horizontes nada inmediatos y seguir viviendo.
De este conjunto de apreciaciones previas nace la crítica general al genial cuento de Ray Bradbury, nótese que alabo esta historia desde el comienzo pues nos introduce a una civilización futura no muy lejana pues hablamos de 2055, en 39 años las percepciones pueden cambiar y la tecnología crear un modo de viajar al pasado, recordemos que en presente se ha comprobado que la teoría de la relatividad de tiempo y espacio de Einstein es verdadera, lo cual hace algunos años parecía solo posible en la ciencia ficción, quien sabe si realmente en estas cuatro décadas demos ese gran salto y seamos capaces de ver dinastías antiguas o animales extintos, mientras tanto podemos disfrutar de este y otros grandes relato.
La inserción a la historia fue muy buena, pues poco a poco nos atrapa en su red inmensa y nos genera dudas, preguntas con múltiples respuestas y una gran responsabilidad con el presente que próximamente se convertirá en pasado, hay una explicación muy detallada para que incluso las personas no tan interesadas en este tipo de temas puedan comprender la magnitud de las acciones y sus posibles consecuencias.
Los adjetivos y recursos estéticos usados en el relato cumplen su función a cabalidad y le dan un plus interesante a la historia y su valoración. Los gráficos bien logrados e imaginados tienen también un rol importante pues nos ayudan a crear una idea mucho más particular y con el matiz exacto que se deseó al escribir la historia, los colores tienen un alto contraste y saturación adecuada que hace que no imaginemos  una imagen demasiado sombría y oscura al texto que ya es lo suficientemente oscuro analizándolo profundamente.
Las personalidades de los personajes fueron bien colocadas, Travis fue sin duda alguna la representación del destino a consecuencia de actos y Eckels la representación de que un hombre que se culpa del destino del mundo no puede ni debe existir. El desenlace del cuento fue magnífico y las consecuencias del asesinato de la mariposa muy drástica, la catarsis en el personaje principal también contagia al lector lo que es muy positivo y hace al cuento redondo.


Kevin Hualpa, 5° Manuel, 2016.
En conclusión fue un relato muy bueno y que sin duda nos deja claro que nuestros actos son importantes para el desarrollo del futuro y sus consecuencias. El pasado es extremadamente frágil, las paradojas existen y se dan todo el tiempo en un ciclo eterno que puede desencadenar un futuro horrible y distinto,  lo cual nos generaría un vacío existencial tan ensordecedor como el ruido de un trueno.

domingo, 25 de septiembre de 2016

París Personal & El cielo de Capri de Marco García Falcón o la inexorable soledad de los viajantes

“Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?”.
La flor de Coleridge-Jorge Luis Borges


Hace unos días, mientras caminaba presuroso por llegar a la guardería de Sofía, de pura inercia, revisé la hora sujetada a mi muñeca y reparé con que iba casi media hora de ventaja, así que decidí sentarme en una banquita libre, entre maestros pokemóns y frenéticas consumidoras de ropa, solo para terminar unas páginas que me tenían preso desde hace unos días; el libro doble que García Falcón tuvo bien en publicar con la editorial Vivirsinenterarse: "París personal & El cielo de Capri". Ciertamente es un libro que me ha dejado muy satisfecho por algunos momentos y  algo expectante por otros. Quizas por eso me veo en la necesidad de escribir mis humildes aprensiones que parten basicamente del asombro. Pues mi intención no es encumbrar o destruir una obra, ni tengo la autoridad ni las ganas. Deseo entonces hacer de este espacio un lugar de recomendación antes que de sentencias.

Voy a empezar por el primero.

París personal

Lo que sorprende de este breve cuentario, y puedo asegurar que no solo a mí, es la maestría que posee García Falcón con el lenguaje, la prístina ubicación de los adjetivos y la solvencia con que funcionan sus descripciones, hacen que la apuesta a su lectura sea fructífera desde sus primeras páginas. El libro tiene a modo a obertura el cuento "París era la flor de Coleridge" que utilizando el tópico borgiano de la flor que prueba después de un sueño haber estado en el paraíso, del mismo modo cual viaje onírico a una ciudad que a todas luces se muestra como promesa o paraíso, no de oportunidades, si no de la dulce tragedia del auto exilio literario. El personaje, un escritor y profesor de literatura de mediana edad, decide dejarlo todo, que prácticamente es la nada absoluta en una ciudad como Lima por la inversión de esa otra metropoli, arquetipo universal del sueño de todo aspirante a escritor: París, que se abre como una promesa, como esa flor azul que se realizaba tangible en las manos del personaje.

El relato claramente es la puerta, o el catalejo si se quiere, que nos permitirá ir sumergiéndonos en la atmósfera de los siguientes cuentos. En "El resplandor de Celine" García Falcón va a evidenciar quizás su verdadero afán en el conjunto de los relatos, la soledad impregnada en sus personajes y  su relación con el amor. El amor en libro tiene muchos rostros pero un único propósito,que no puede ser superior a la soledad que se acarrea con los años, que aunque correspondido parece ser que no es del todo llevadera y no por culpa de París sino más bien por las pequeñas tragedias personales de la cual el amor termina siendo víctima, Con la "Flor de Coleridge" uno no termina de convencerse si es que estamos frente a un no "gran" libro de relatos, por lo menos a uno "bueno", pero es con "El resplandor de Celine" donde el autor, luce sobrio pero intenso una prosa envidiable. El relato presenta al estudiante de arte que ve fascinado por primera vez la perfección del cuerpo de una modelo, cuyo aspecto que más destaca el narrador es la esbelta y armoniosas formas de Celine, que a pesar de tener más de veinte años su gracia radica en la apariencia adolescente que posee. El relato gira en torno al enamoramiento del joven artista y la extraña modelo y la constante amenaza de ver interrumpido el romance justamente por esas pequeñas tragedias que los personajes van arrastrando a lo largo del libro.

Después de haber sido impregnado con ese final tan riberyano que García no pretende ocultar, pero sí matizar con ese delicado lirismo de su prosa, lirismo que seguramente es impronta suya, nos sumerge nuevamente en la historia de amor de dos latinoamericanos afincados en París, cada uno con diferentes propósitos e historias, en "De un azul purísimo", he de confesar que es el cuento que más me ha agradado, Ivo y Paloma nos regalan una de las historias más bellas que he podido leer en mi corta experiencia como lector, contrastada magistralmente con otra historia de (des)amor la de Tino y Francois, que un estado más avanzado de inclemencia, rabia y frustración termina por ser señal inequívoca de fatalidad. Con un final digno de ser llevada al cine y como soundtrack, mi recomendación seria, sin pecar de insolente, esta canción:



A estas alturas uno ya puede estar tranquilo por apostar a su lectura, con "De un azul purisimo" Marco alcanza un techo difícil de superar y que consigue por momentos en los siguientes relatos. De los cuales merece la pena mencionar "Un invierno hospitalario", "Historia de Berenice y el cantante olvidado" y "La verdadera flor de Coleridge". Del primero diremos que sorprende la ironía, el humor triste y el clásico enclaustramiento que raya con lo absurdo pero que da pie a una serie de situaciones que la justifican de sobremanera. Esta vez no hay dos amantes entregados al (desa)sosiego, más bien diría que es donde el autor desarrolla mejor su idea de soledad. Otro latino, peruano al igual que Ivo, que trabaja como traductor, ve interrumpida su monotonía con un extraño trastorno "llevaba cuatro días sin dormir, fumando como murciélago"  termina así internado en el hospital de la rue Réve. Ya dentro, le diagnostican un extraño virus, que por aciertos del destino, un galeno viene estudiando para sustentar una tesis, y que a su vez su labor es congratulada con las apasionadas maneras de la médico principal. Al costado de su cama, se encuentra con un paisano suyo, un anciano de origen un tanto incierto con manías cleptómanas y arrebatos desquiciados pero casi inofensivos, como intentar esconder el pequeño televisor en el inodoro del pabellón o robarle las medias por las noches. Al inicio el joven traductor ve en el anciano peruano una amenaza latente y ante la pregunta de quién es por parte del febril anciano, le responde: Soy escritor y me llamo Jorge Luis Borges, este momento quiebra la tencionalidad del relato, pues a partir de esta experiencia, algo les permite firmar un armisticio tácito, además de unirlos en preciosos momentos de paz, ese algo no podría ser otra cosa que; la literatura.

Otro de los temas que se desprender del libro es pues la metaliteratura, casi todos los relatos tienen a la literatura o al ejercicio literario como hilo conductor. Como lector debo reconocer que el cuento tiene algunos presupuesto que todo artista posee en cuanto a su relación con la humanidad, la locura, la soledad y el desencanto de estar rodeado de tanta inútil  e insensible humanidad. El relato es pues una alegoría del encuentro de dos sujetos abandonados en una ciudad que aunque bella y perfecta para contar una historia es inclemente con aquellos que no poseen una rosa de los vientos a cuestas y en su lugar cargan con fantasmas que bien podrían ser ellos mismos, tal como sucede en "Historia de Berenice y el cantante olvidado"

Es la historia de amor, del desamparo, de la soledad que se se ha ido acumulando a lo largo de los años y no nos hemos dado cuenta porque alrededor nuestro habitan personajes variopintos que le dan cierto color a las horas, que la vida de otros puede ser la retina en la cual quisiéramos vernos reflejados sin ser conscientes de ello y que el amor o la perfección del amor o que la mejor forma del amor tiene apariencia de fantasma porque nos recuerda que en algún punto de nuestra historia nosotros también mutamos en ello, en fantasmas de nosotros mismos. En este bello relato, tiene a dos peruanos y a un colombiano pintoresco como personajes, yo apostaría una cerveza a que el señor García- quien vive hospedado en el altillo del hotel donde Berenice trabaja como conserje y administradora, sin recalar muy bien cómo llegó a ganarse ese puesto, quizás por la bondad tan parisina del viejecillo dueño del recinto- es un guiño y homenaje a Gabriel García Márquez, pues además de colombiano es un escritor que en opinión del viejecillo dueño del lugar, tiene escritas muchas páginas memorables. El señor García como todo buen escritor esta al tanto de las idas venidas de sus vecinos y por el contrario Berenice es una muchacha cotidiana, que se mueve en sentido correcto, dejándose llevar por sus funciones de conserje, todo esto, hasta la irrupción de un extraño sujeto que busca un lugar donde guarecer sabe dios de qué, paga por adelantado y deja así en el señor García una curiosidad animal que saciará con los días, mientras Berenice absorta en sí misma, ve con gracia las manías tan coloridas del escritor colombiano, quien le dice a modo de infidencia días después cuál sería el origen de este enigmático huésped: músico, tenor mas precisamente y peruano igual que Berenice. Este descubriendo hace  que Berenice se sienta atraída por la figura de este peruano ya entrado en años, siempre callado y quizás por la idea de escucharlo cantar o descubrirlo en su soledad de peruano exiliado, es que intenta un acercamiento a través de ciertos cuidados y métodos para espantar el resfrió. Berenice es pues presa de sus propios fantasmas, de sus propias prostergaciones pasionales por tratar de sobrevivir en una ciudad que a veces se muestra gélida y cruel. Sin reparar claro que durante estos años no es más que un espejismo de sí misma, del recuerdo de su madre, de la gracia de la música, de un país lejano, fantasmal que ahora se ha acercado a ella con rostro de hombre solitario con cierto aire romántico, solo para recordarle que siempre estuvo sola incluso desde Perú y en Francia definitivamente las cosas no van cambiar y así se descubrirá, menuda, ligera, desnuda, abandona en una habitación que resulta inmensa como París.

Si algo hay que mencionar que resulte desfavorable para "París Personal" es que en todos los relatos García emplea el mismo registro, diferentes personajes, diferentes narradores pero parecen contados por una misma voz, sin matices en sus formas, todas con el mismo color, quizás esto termina siendo aceptable y casi resulte insignificante con la intencionalidad del último relato, que vendría ser el ancla que sujeta y atraviesa todos los relatos, nuevamente la metalitertura cumple su función unificadora, pues el protagonista es el mismo del primer relato y desde el avión antes de llegar a París ve iniciar la historia que lo llevará a construir los relatos que conformaran "París personal", lo genial del relato "La verdadera flor de Coleridge" es que Marco demuestra con creces que es merecedor de la mejor herencia riberyana y borgiana, lo cotidiano y lo anecdótico aquí se mezclan con lo fantástico y lo surreal, el amor definitivamente tiene dos caras, y una de ellas viene impregnada de sosiegos y pasiones y la otra de irrealidad, de febriles apariciones, angustiantes silencios, de desquicio y fantasmas. Y antes ello, el autor no tiene mejor propuesta que la huida, como buen riberyano, cruzar a la otra orilla, después de haber visto como un promontorio Aleph, a través de una ventana esa irrealidad agobiante que puede resultar ser un Paris tan personal como un sueño que al creerla inexistente nos sorprendemos con una flor de Coleridge en las manos como señal de su arraigada existencia. Es pues "París personal" la mejor flor de Coleridge que Marco García Falcón tiene para demostrar que es un narrador de oficio y talento.